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Hace 13 años fallecía San Juan Pablo II. Era la vigilia de la fiesta de la Divina Misericordia
«El Santo Padre ha fallecido esta noche a las 21:37 horas en su apartamento privado. Se han puesto en marcha todos los procedimientos previstos en la constitución apostólica ‘Universi Dominici Gregis’, promulgada por Juan Pablo II el 22 de febrero de 1996», estas fueron las palabras con las cuales hace 13 años, en la noche del sábado 2 de abril de 2005, el entonces director de la Oficina de Prensa de la Santa Sede, el fallecido Joaquín Navarro-Valls, anunciaba al mundo la muerte del Papa Polaco.
Minutos antes, ya lo había anunciado ante una multitudinaria Plaza de San Pedro el hoy Cardenal Leonardo Sandri: «Queridísimos hermanos y hermanas: A las 21:37 nuestro amadísimo Santo Padre Juan Pablo II ha vuelto a la casa del padre. Rezamos por él».
«Que nuestro silencio orante, acompañe al Santo Padre Juan Pablo II en estos primeros momentos del encuentro con Cristo en el cielo», continuó, tras guiar el rezo de la Salve.
De inmediato los miles de fieles congregados en la plaza vaticana, y muchos más siguiendo la trasmisión de lo acontecido por los medios de comunicación, no ocultaron sus lágrimas, en especial toda una generación de jóvenes -los que nacieron desde 1978 cuando inició su ministerio petrino- que no habían conocido a otro pontífice.
Una hora antes de su fallecimiento, el Papa polaco tuvo la alegría de celebrar la misa de la fiesta de la Divina Misericordia. Como lo refirió Navarro-Valls en otro comunicado: «A las 20:00 había comenzado la celebración de la santa misa de la fiesta de la Divina Misericordia, en la habitación del Santo Padre, presidida por el arzobispo Stanislaw Dziwisz con la participación del cardenal Marian Jaworski, del arzobispo Stanislaw Rylko y de monseñor Mieczyslaw Mokrzycki».
Contó que durante su última Eucaristía, al pontífice se le administró el santo viático y también el sacramento de la Unción de los Enfermos: «Las últimas horas del Santo Padre se caracterizaron por la constante oración de todos los que le asistían en el pío tránsito y por la participación en la oración de miles de fieles congregados desde hacía muchas horas en la Plaza de San Pedro».
Y es que la muerte del San Juan Pablo II estuvo coincidencialmente rodeada de fechas especiales: era la vigilia de la Fiesta de la Divina Misericordia, por él mismo proclamada; y primer sábado de mes, día dedicado a María Santísima a quien había confiado todo su pontificado con el lema «Totus tuus» – «Todo tuyo».
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