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Ceremonia de Admisión Canónica y Recepción de Ministerios de Acolitado

El domingo 24 de noviembre, en una ceremonia celebrada en la Catedral Castrense Jesucristo Redentor, se llevó a cabo la admisión canónica de nuestros seminaristas, quienes fueron oficialmente aceptados como candidatos a las órdenes sagradas. Este importante paso en su camino hacia el sacerdocio estuvo acompañado de la recepción de los ministerios de acolitado, una función esencial en su formación sacerdotal.

La Eucaristía fue presidida por nuestro Obispo Castrense, Monseñor Víctor Manuel Ochoa Cadavid, quien durante su homilía destacó la importancia de este momento como un signo del compromiso profundo de los seminaristas con el servicio a la Iglesia y a la sociedad, recordándoles que su vocación es un llamado a vivir en el amor y la entrega total a Dios y a los demás.

En este acto solemne también se contó con la presencia del Ministro de Defensa, Iván Velásquez Gómez, quien se dirigió a los seminaristas con un cálido saludo, reconociendo su dedicación y esfuerzo en la formación para el servicio sacerdotal. Además, manifestó su apoyo y admiración por su vocación y compromiso con los valores del amor, la justicia y la paz.

Durante la ceremonia, los seminaristas recibieron las nuevas responsabilidades, lo que implica un rol activo en el altar, ayudando en la realización de diversas funciones litúrgicas. Este ministerio es un paso clave en su preparación espiritual y pastoral, brindándoles las herramientas necesarias para fortalecer su relación con Dios y con la comunidad.

La celebración fue un momento de gran significado, tanto para los seminaristas como para la comunidad presente, que acompañó a los futuros sacerdotes con oración y gratitud. Este acontecimiento también resalta el compromiso continuo del Seminario Castrense con la formación integral de sus estudiantes, preparando a los futuros sacerdotes para ser instrumentos de paz, esperanza y servicio en la sociedad.

A través de esta ceremonia, la Iglesia Castrense reafirma su misión de formar a hombres comprometidos con la fe y con la labor pastoral, y de acompañar a los seminaristas en cada paso de su vocación.

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