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Hoy es Miércoles de Ceniza, “Arrepiéntete y cree en el Evangelio”
Miércoles de Ceniza marca el inicio de la Cuaresma, nombre con el que se conoce al período de preparación antes de la Semana Santa.
Este miércoles 17 de febrero se inicia la cuaresma, el período de 40 días en el que los cristianos se preparan para recibir la Pascua y que comienza el Miércoles de Ceniza. Con el Miércoles de Ceniza se da inicio a los 40 días en los que la Iglesia llama a todos los fieles a la conversión y a prepararse verdaderamente para vivir los misterios de la Pasión, Muerte y Resurrección de Cristo en la Semana Santa.
La Cuaresma es el tiempo que precede y dispone a la celebración de la Pascua. Tiempo de escucha de la Palabra de Dios y de conversión, de preparación y de memoria del Bautismo, de reconciliación con Dios y con los hermanos, de recurso más frecuente a las «armas de la penitencia cristiana»: la oración, el ayuno y la limosna (ver Mt 6,1-6.16-18).
Este tiempo de Cuaresma es un tiempo de preparación, que nos prepara para un tiempo «más fuerte». El tiempo de Cuaresma como preparación a la Pascua se basa en dos pilares: el primero es la contemplación de la Pascua de Jesús y el segundo la participación personal en la Pascua del Señor a través de la penitencia y de la celebración o preparación de los sacramentos pascuales: bautismo, confirmación, reconciliación, eucaristía, con los que se incorpora la vida a la Pascua del Señor Jesús.
En su mensaje para la Cuaresma 2021, el Santo Padre Francisco alienta a los cristianos a prepararse para la celebración de la Pascua, recorriendo un camino de conversión basado en tres puntos clave: La fe, la esperanza y la caridad, expresadas en tres gestos concretos que podemos aplicar en nuestra vida diaria: el ayuno, la oración y la limosna.
«Este llamado a vivir la Cuaresma como camino de conversión y oración, nos ayuda a reconsiderar, en nuestra memoria comunitaria y personal, la fe que viene de Cristo vivo, la esperanza animada por el soplo del Espíritu y el amor, cuya fuente inagotable es el corazón misericordioso del Padre», concluye el Santo Padre pidiendo a la Virgen María, «que nos sostenga con su presencia solícita, y que nos acompañe en el camino hacia la luz pascual». Papa Francisco.
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