Un día como hoy, hace 32 años, nuestro Obispo Castrense de Colombia, fue consagrado Obispo Auxiliar de Bogotá. Desde hace 17 años, guía la vida espiritual de los hombres y mujeres de las Fuerza Pública y sus familias. Conduce el camino de una «Iglesia en estado permanente de misión» y entrega una voz de esperanza en las filas de nuestros militares y policías. Su vocación de pastor, se ha centrado en la premisa de la Nueva Evangelización, fue el primer Obispo que aplicó este método en Colombia, que se ha extendido poco a poco entre las Diócesis de nuestro país.
Ha acompañado espiritualmente a miles de los fieles de esta parroquia particular castrense, celebrando la vida a través de la imposición de los sacramentos. Bautizos, primeras comuniones, confirmaciones, matrimonios. Pero también ha sido testigo de los momentos más dolorosos y dramáticos de la historia de nuestro país, reflejada en el sacrificio de cientos de policías y militares, en su último adiós, en su paso a la eternidad
A través de su grupo de profesionales, que nació como un sueño y hoy, es portador de esperanza y de familias y mujeres fortalecidas; de matrimonios consagrados a pesar de la distancia; de una sana elección de pareja; de la atención y el apoyo espiritual y psicológico; del acompañamiento en el duelo y en las situaciones límite que viven nuestros integrantes de las Fuerzas Armadas; de la formación de vocaciones sacerdotales a través del Seminario Mayor Castrense Jesucristo redentor, pionero en América Latina en la formación de sacerdotes castrenses; del revestimiento con la armadura de Cristo de nuestros jóvenes, en las escuelas y colegios de nuestra Fuerza Pública. Son innumerables los logros y las ejecutorias que llenan las páginas en estos años, páginas construidas bajo el liderazgo, la proyección y la visión de una gestión impecable y sobretodo de la certeza de estar en el corazón de las Fuerza Pública.