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Homilía De Monseñor Fabio Suescún Mutis, En La Vigilia Pascual 2018.

Homilía de Monseñor Fabio Suescún Mutis, en la Vigilia Pascual 2018.

En el año de 1968, la Revista TIME, publicó una portada en forma de interrogante: «¿Dios ha muerto?» Y se abría así un debate; algunos decían que Dios había muerto y que era una invención de una humanidad inmadura, otros decían que Dios nunca había existido y otros afirmaban la existencia de Dios. Dios existe y sigue actuando en favor de la humanidad, porque Dios no es un ser del pasado que actuó, sino que es un Dios del presente que sigue actuando en medio de nosotros y que por lo tanto abre nuestras perspectivas hacia el futuro, el Dios que actuó, el Dios vivo del pasado, es el Dios vivo del presente y es el Dios que nos abre las puertas a la esperanza de un futuro con Dios.

Dios sigue actuando y sigue actuando en favor de nosotros los hombres, porque Dios es un enamorado de su creatura, la persona humana; y como Dios sigue actuando, es un Dios que nos sigue sorprendiendo, podríamos decir que Dios, es un Dios de sorpresas, que Dios hoy sigue creando, no solamente en este acto que acabamos de escuchar en el libro del Génesis, cuando hizo ese escenario maravilloso para el hombre y la mujer. Dios hoy sigue dando vida, Dios hoy sigue actuando para beneficio nuestro. En cada mañana es la obra creadora de Dios que se manifiesta en nosotros, y cada acontecimiento de bondad en el mundo es la presencia clara del Señor. Ese Dios es un Dios que sigue liberando, porque sabe muy bien que nosotros sus creaturas, somos susceptibles a la dependencia y a la esclavitud, no solamente es el Dios que liberó del poder de Egipto al pueblo Hebreo, sino que es el Dios que hoy sigue liberándonos del poder del pecado, porque es un Dios que quiere vernos libres, vernos señores de la historia de la humanidad y ese Dios que sigue creando, que sigue liberando y salvando, es el Dios de la alianza, es el Dios que le prometió a la humanidad que el sería su esposo, es el Dios que el profeta Ezequiel dice que nos pondrá un corazón de carne, para que nosotros tengamos capacidad de responder a su alianza de amor.

Y hoy, el Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo nos da la gran sorpresa, ese hijo muerto en la cruz condenado, rechazado, ese Cristo en el sepulcro, perteneciente al mundo de las tinieblas que dejaba descansar a sus enemigos, que sentían la satisfacción de quitarlo de en medio, es el Dios que hoy nos sorprende con la buena noticia de la realización de la resurrección del Señor Jesús. Todo estaba perdido para los hombres, para los discípulos su maestro se había desaparecido, pero este hijo no estaba perdido para su Padre, por eso aquel ángel le dijo a las mujeres que van hacia el sepulcro » Ustedes no tengan miedo, Jesús de Nazaret, el crucificado no está aquí en el sepulcro porque ha resucitado».

San Pablo es muy claro en relación con el Dios vivo y el Dios de la resurrección, él nos dice: «Si Cristo no hubiese resucitado, vana sería nuestra fe» ¿Qué sentido tendría poner nuestra confianza en un Dios vencido por la muerte? En un Dios muerto? ¿En un Dios que terminara siendo una creatura como somos cualquiera de nosotros?. Pero creemos en un Dios vivo, por eso esta luz ha iluminado la noche, las tinieblas del pecado, de la muerte, de la esclavitud del hombre han sido disueltas porque el Señor ha sido resucitado por su Padre Dios y ha sido llenado por el Espíritu de la vida, del Espíritu Santo.

Yo quisiera invitarlos en medio de esta liturgia llena de tranquilidad y de paz, de gozo interior a tener dos sentimientos: en primer lugar una enorme alegría, tenemos que dejar de ser cristianos tristes y aburridos con mala cara que separan a la gente de Dios, que gracia hay en creer en un Dios que produce tristeza, desazón, esclavitud en la propia vida, pero nosotros creemos en el Dios de la vida, en el Dios vencedor de la muerte, en el Dios que nos invita a vivir con Él; el Dios que nos garantiza que podemos vivir con Él y ese Dios vivo ese Dios que nos da seguridad, podemos confiar en Dios, no importa que la tierra se mueva, nuestra seguridad está puesta en el Señor, que venció la rebeldía y nos acercó, que venció la muerte para que nuestro paso por la tierra, no fuera simplemente algo sin trascendencia, sino para que en esta tierra iniciáramos la marcha hacia la Patria Definitiva con Dios; y la vida con Jesús tiene que ser distinta, y la vida de luz y de seguridad con Jesús tiene que ser diferente sabemos por dónde vamos, sabemos que la luz de Cristo nuestro Señor nos ilumina.

En segundo lugar los cristianos tenemos que ser los hombres de la esperanza, ¿Qué es la Esperanza? La esperanza es mantener vivo el ánimo de cara al futuro, no es la actitud que deja que todo se acabe, no es la actitud del vencido, sino de aquel que sabe que con Dios va a salir vencedor y por eso el cristiano es el hombre que no se deja caer en el pesimismo que no vuelve de la vida una tragedia, sino aquel que sabe que el Señor es su luz, es su guía, es aquel que le estimula siempre a seguir adelante.  El Papa Francisco en su visita a Colombia, la visita que no podemos dejar olvidar, ni en su doctrina, ni en su entusiasmo, les decía a los jóvenes, ustedes no tengan miedo, ustedes vuelen, ustedes vuelen alto, ustedes sueñen, ese es el cristiano, el que sueña, el que espera tiempos mejores, el que sabe que Dios llena nuestra vida de sorpresas siempre amables, de caricias tiernas que Él nos da mientras dura nuestra existencia, por eso el Papa en Colombia insistió varias veces, no se dejen robar la alegría, no se dejen robar la esperanza, porque creemos en el Dios vivo, en el Dios que ha resucitado a Jesús y que nos da a nosotros vida en el bautismo, como lo acaba de decir el Apóstol Pablo en la carta a los Romanos y como nosotros lo sentimos en nuestro corazón, una feliz pascua de resurrección a todos ustedes, que el Señor traiga alegría a su corazón, ustedes sean portadores de alegría y esperanza a sus hogares, el Señor está con nosotros, el que resucitó al Señor Jesús nos dará con Él todas las cosas gratas y buenas porque es el Dios de las sorpresas, el Dios de la vida y el Dios de la resurrección.

AMÉN.

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