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Visita del Papá con sabor a Pascua

El canto del Aleluya ha estremecido los muros de esta Iglesia catedral y ha llegado también a llenar de alegría nuestros corazones; ¡Aleluya! ¡Aleluya! porque Cristo el Señor ha resucitado entre los muertos y es el gran vencedor sobre la oscuridad, la muerte y el pecado; llega la luz que ilumina nuestra vida y nos da la esperanza de que con ello viviremos para siempre.

Un saludo cariñoso al señor cura párroco de esta catedral, a los queridos sacerdotes párrocos castrenses que me acompañan en esta concelebración y a todos ustedes queridos hermanos que con fe se han congregado en este templo para celebrar la gran fiesta de la Pascua.  Yo quisiera invitarlos de corazón a que comprendiéramos la grandeza y el misterio que estamos celebrando y que supera realmente la limitación de nuestra inteligencia y nuestro sentimiento, los primeros cristianos desde el principio celebraron con gran gozo la Pascua, y la Pascua era la confesión y la vivencia del gran misterio ¡Jesús de Nazaret!, Dios hecho hombre ha muerto por nuestros pecados y ha resucitado de entre los muertos, ahí está la gran confesión que nosotros debemos hacer, ¡creemos en un resucitado!

El apóstol Pablo interpretó muy bien esta idea cuando dijo: Si Cristo no hubiera resucitado vana sería nuestra fe. Ha habido en el mundo tantos hombres interesante e importantes, grandes maestros, ilustres filósofos, científicos admirables, héroes llenos de coraje y de valor, pero se han muerto y queda solamente en la historia su recuerdo. Si Jesús hubiera sido simplemente un maestro de Galilea se hubiera quedado en el recuerdo de un gran predicador, pero la resurrección significa que Dios ha exaltado a su hijo Jesús, que Jesús es el Dios con nosotros, que Jesús es el vencedor y que él cambia nuestra debilidad en fortaleza, y que él cambia nuestra muerte en vida, y que él cambia nuestra angustia y tristeza en la seguridad y en la alegría de vivir.

¡Cristo ha resucitado!

Y este misterio se llama la Pascua, como quisiera pedirles a todos que nos grabáramos en el corazón esta palabra Pascua. Hoy estamos aquí celebrando la Pascua, no solamente estamos asistiendo a una ceremonia muy linda, esta no es solamente la ceremonia de las velitas con el agua bendita, es la fiesta de la Pascua; y la Pascua significa paso, así como en la obra de la creación se paso  de la nada a la obra maravillosa de Dios, así como los judíos pasaron de la esclavitud y atravesaron el Mar Rojo hacia la libertad,  así cristo el cordero nos ha redimido de los pecados y ha demostrado que es el Dios todo poderoso, que el bautismo nos ha hecho pasar del pecado que ha quedado sepultado a la vida nueva de nosotros los que somos los hijos de Dios, esto tiene una importancia gratis, Cristo resucitado nos da a nosotros una forma nueva de vivir, Cristo resucitado es aquel que hace una presencia nueva medio de nosotros, cristo Jesús es el que nos da garantía de que cuando venga la muerte a cada uno de nosotros con Él seremos transformados he iniciaremos una vida nueva como partícipes de su gloria. Si Cristo no hubiera resucitado seríamos unos hombres de ilusión, unas mujeres de quimera que no contaríamos con la garantía de Dios en el cual saldremos victoriosos y esto nos llena de alegría y de esperanza.

Hay un texto del profeta Isaías que yo quisiera leer ante ustedes porque este texto de esperanza y porque es el texto que está subyacente en el espíritu y en el lema de la visita del Papa Francisco en el próximo mes de septiembre;  dice el profeta: no recuerdo lo de antaño ni piensen en lo antiguo; miren que realizo algo nuevo ya está brotando, ¿no lo ven? Estos cuatro renglones de Isaías dicho a los judíos que estaban en el exilio para darles esperanza, manifiestan el espíritu de La Paz. No podemos ir para atrás,  no nos quedemos en lo viejo, miremos que Dios está obrando, que Dios puede obrar cosas buenas si nosotros nos atrevemos a dar el paso a vivir la Pascua; queremos que la visita del Papa tenga un sabor Pascual y por eso en unas cortas palabras se nos invita a que demos el primer paso para comenzar algo nuevo en Cristo Jesús y dar el primer paso significa dejar lo viejo, lo antiguo, la muerte, la violencia, la angustia, el pesimismo, la falta de estima, el pensar que somos el peor país del mundo, el pensar que nosotros nada tenemos para salir de este abismo; y tenemos que dar el paso, si creemos en Cristo, dar el paso hacia algo nuevo, acrecentar nuestra fe en Dios, poner nuestra confianza en nosotros mismos y en la capacidad que Dios tiene en transformar; arriesgarnos a algo nuevo porque el que cree en Cristo Jesús cree en la resurrección, cree en la transformación, cree que Dios puede obrar algo nuevo, miremos la visita del Papa no simplemente como un acontecimiento de tres días que luego pasan y no dejan nada. Los católicos tenemos la responsabilidad hacer la visita del Papa una proyección de este misterio maravilloso que estamos viviendo, el misterio de la Pascua. Demos el primer paso, arriesguemos a que nuestro corazón deje el pasado, no nos dejemos detener, no nos dejemos a amargar, confiemos en Dios, Confiemos en nosotros, demos el paso y vivamos la Pascua de la resurrección.

No somos unos fracasados, no somos unos perdidos, no podemos ser unos amargados, tenemos que ser los hombres y mujeres de la resurrección, del optimismo de la vida de eso nuevo que Dios quiere construir como lo ha hecho en Cristo Jesús y como lo hará con nuestra nación si aceptamos vivir cada uno de nosotros este misterio de la Pascua.

Feliz Pascua del Señor Resucitado, feliz vivencia en sus hogares y en sus ambientes de que con Cristo tenemos fundamentos de esperanza y optimismo, que Dios los bendiga y la luz de Cristo nos ilumine para que el agua que nosotros vamos a recibir como recuerdo de nuestro bautismo haga rejuvenecer en nuestra fe y la mesa del banquete nos haga sentir unidos y fortalecidos por el Dios de la vida amén.

 

Bogotá 15 de abril, 2017. Catedral Castrense

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